la más señora de todas las putas,
la más puta de todas las señoras.
Dueño de un corazón, tan cinco estrellas, que, hasta el hijo de un Dios, una vez que la vio, se fue con ella.
[ A todos les estoy escribiendo con mis ojos ]
Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior. Frida Kahlo
Yo tenía un botón sin ojal, un gusano de seda, medio par de zapatos de clown y un alma en almoneda, una hispano olivetti con caries, un tren con retraso, un carné del Atleti, una cara de culo de vas.
Un colegio de pago, un compás, una mesa camilla, una nuez, o bocado de Adán, menos una costilla, una bici diabética, un cúmulo, un cirro, una strato, un camello del rey Baltasar, una gata sin gato.
Mi Annie Hall, mi Gioconda, mi Wendy, las damas primero, mi Cantinflas, mi Bola de Nieve, mis tres Mosqueteros, mi Tintín, mi yo-yo, mi azulete, mi siete de copas, el zaguán donde te desnudé sin quitarte la ropa.
Mi escondite, mi clave de sol, mi reloj de pulsera, una lámpara de Alí Babá dentro de una chistera, no sabía que la primavera duraba un segundo, yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.
Les presento a mi abuelo bastardo, a mi esposa soltera, al padrino que me apadrinó en la legión extranjera, a mi hermano gemelo, patrón de la merca ambulante, a Simbad el marino que tuvo un sobrino cantante,
Al putón de mi prima Carlota y su perro salchicha, a mi chupa de cota de mallas contra la desdicha, mariposas que cazan en sueños los niños con granos cuando sueñan que abrazan a Venus de Milo sin manos.
Me libré de los tontos por ciento, del cuento del bisnes, dando clases en una academia de cantos de cisne, con Simón de Cirene hice un tour por el monte Calvario, ¿qué harías tú si Adelita se fuera con un comisario?
Frente al cabo de poca esperanza arrié mi bandera, si me pierdo de vista esperadme en la lista de espera, heredé una botella de ron de un clochard moribundo, olvidé la lección a la vuelta de un coma profundo.
Nunca pude cantar de un tirón la canción de las babas del mar, del relámpago en vena, de las lágrimas para llorar cuando valga la pena, de la página encinta en el vientre de un bloc trotamundos, de la gota de tinta en el himno de los iracundos.
Yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.
Esta campana herida en el campanario, esta mitad partida por la mitad, estos besos de Judas, este calvario, este look de presidiario, esta cura de humildad.
Este cambio de acera de tus caderas, este payaso que ya no hace reír, este arrabal sin grillos en primavera, ni espaldas con cremallera, ni anillos de presumir.
Este dulce de leche contaminado, este perro andaluz sin domesticar, este orgullo de principe destronado, esta esquina del pecado, esta ruina de Don Juan.
No abuses de mi inspiración, no acuses a mi corazón tan maltrecho y ajado que está cerrado por derribo.
Por las arrugas de mi voz se filtra la desolación de saber que estos son los últimos versos que te escribo, para decir “condios” a los dos nos sobran los motivos.
Esta necesidad de necesitarte, este llamarte sin quererte llamar, este olvidarme del deber de olvidarte, este lunes, este martes y el miércoles que vendrá.
Esta lágrima de hombre de las cavernas, esta horma del zapato de Barba Azul, que poco rato dura la vida eterna por el túnel de tus piernas entre Córdoba y Maipú.
Esta guitarra húerfana y delirante, con su terco knock knockin’ on heaven’s door, estos dedos que dejan caer un guante, delicado y transhumante, a los pies de un trovador.
Este Land Rover aparcado en tu puerta, la rueca de Penélope en el Luna Park, este sueño que sueña que se despierta, esta caracola muerta sin la gramola del mar.
No abuses de mi inspiración, no acuses a mi corazón tan maltrecho y ajado que está cerrado por derribo.
Por las arrugas de mi voz se filtra la desolación de saber que estos son los últimos versos que te escribo, para decir “condios” a los dos nos sobran los motivos.